La Confederación de Asociaciones Rurales de Buenos Aires y La Pampa denuncia nuevamente la política agrícola implementada por el Gobierno Nacional, que esta llevando a la Argentina a retroceder en las áreas cultivadas de trigo, maíz y girasol, engrosando la de la única que sostiene rentabilidad, la soja, convirtiendo a la Argentina en un país productor de un monocultivo.
La cosecha de girasol, siguiendo el derrotero del trigo, será la mas baja de los últimos 28 años con 2,3 millones de toneladas, muy lejos del récord histórico de los 7,1 millones obtenidos en 1998/99.
Los motivos de tan baja performance están encauzados en las políticas sectoriales que se conjugan en altas retenciones, el bajo rendimiento y la falta de transparencia en mercados y pizarras.
Según un informe de AACREA estos valores se dan como consecuencia directa de la reducción del área sembrada (la menor en 34 años) y los magros rendimientos del cultivo. La producción estimada -del orden de 2 millones de toneladas (2,3 según los cálculos más optimistas)- está muy lejos de los 4,6 millones producidos en el ciclo 2007/08, y de los históricos 7,1 millones obtenidos en la campaña 1998/99. La ambición recaudatoria del Gobierno Nacional, no repara en diferencias. Da lo mismo la soja, que el girasol, cultivo que tributa un 32 por ciento de retenciones y un 30 por ciento en el aceite, en un mercado caracterizado por una gran oferta mundial proveniente de países del Hemisferio Norte, donde el consumo aceitero está contraído por la crisis internacional. El cultivo tiene casi los mismos niveles de retención que la soja, desarrollándose este cultivo en zonas marginales y con menores potenciales de rendimiento, lo que claramente aumenta el riesgo empresario y disminuye los márgenes de rentabilidad.
La cosecha de girasol, siguiendo el derrotero del trigo, será la mas baja de los últimos 28 años con 2,3 millones de toneladas, muy lejos del récord histórico de los 7,1 millones obtenidos en 1998/99.
Los motivos de tan baja performance están encauzados en las políticas sectoriales que se conjugan en altas retenciones, el bajo rendimiento y la falta de transparencia en mercados y pizarras.
Según un informe de AACREA estos valores se dan como consecuencia directa de la reducción del área sembrada (la menor en 34 años) y los magros rendimientos del cultivo. La producción estimada -del orden de 2 millones de toneladas (2,3 según los cálculos más optimistas)- está muy lejos de los 4,6 millones producidos en el ciclo 2007/08, y de los históricos 7,1 millones obtenidos en la campaña 1998/99. La ambición recaudatoria del Gobierno Nacional, no repara en diferencias. Da lo mismo la soja, que el girasol, cultivo que tributa un 32 por ciento de retenciones y un 30 por ciento en el aceite, en un mercado caracterizado por una gran oferta mundial proveniente de países del Hemisferio Norte, donde el consumo aceitero está contraído por la crisis internacional. El cultivo tiene casi los mismos niveles de retención que la soja, desarrollándose este cultivo en zonas marginales y con menores potenciales de rendimiento, lo que claramente aumenta el riesgo empresario y disminuye los márgenes de rentabilidad.
Desde CARBAP hacemos un claro llamado de atención a las autoridades nacionales para revertir urgentemente esta situación que esta llevando al trigo y ahora al girasol a convertirse en cultivos en extinción en la República Argentina.
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