Cuando el General San Martín no encontraba respuesta de Buenos Aires para su anhelado cruce de los Andes porque las autoridades lo consideraban imposible no dudó en escribir al Director Supremo indicándole que si bien podría ser imposible era indispensable.
Traigo a ustedes esta anécdota porque el nombre de su localidad evoca la gloriosa batalla que el Libertador ganara el 12 de febrero de 1817, tras desafiar las altas cumbres, y porque lo que les voy a pedir, a muchos les parecerá imposible, pero es indispensable.
Una vez más en sus casi ochenta años la Confederación de Asociaciones Rurales de Buenos Aires y La Pampa enfrenta un gobierno poco dispuesto a escuchar a los productores, a pesar de que se ha elevado la secretaría a ministerio, como ustedes saben muy bien.
Pero el diseño de las estructuras para llevar adelante políticas públicas debe estar acompañado por la gestión transparente, libre de prejuicios e influencias ideológicas que poco tienen que ver con la tradición y el sentir argentino. Tal el caso del Plan Estratégico Agroalimentario que intenta imponernos el Ministro Domínguez, plagado de argumentos falsos y conceptualizaciones izquierdosas.
CARBAP advierte que en toda su historia ha sabido interactuar con gobiernos civiles y militares y en ninguno de los dos casos permitió infiltraciones que intentaron más de una vez anteponerse a nuestros tres principios rectores: solidaridad, libertad e igualdad.
Solidaridad, porque desde 1932 nos hemos ayudado productores de las distintas regiones que cubre nuestra Confederación para que los menos favorecidos encontraran en la Mesa Ejecutiva y el Consejo el apoyo y acompañamiento para presentar sus problemas ante los poderes públicos.
Libertad en la certeza de que es el mayor regalo que Dios les entregó a los hombres y mujeres que desplegó sobre este planeta. Libertad que se extiende desde los hombres hacia sus instituciones.
Es preciso siempre recordar que, como decía Juan Bautista Alberdi, “la democracia es la libertad constituida en gobierno, pues el verdadero gobierno no es más ni menos que la libertad organizada”. No todos los gobiernos lo comprenden.
Igualdad porque para CARBAP no existen los pequeños productores como un grupo de menesterosos que requieren del Estado para sobrevivir. Para CARBAP existen los productores, pequeños, medianos y grandes, que hacen del campo su estilo de vida y están deseosos siempre de crecer un poco más, con la sana intención de progresar sabiendo que si ellos mejoran lo hace el país en su conjunto.
No queremos pequeños productores para que sean rehenes de los autoritarios que reparten dádivas, queremos productores de todo tamaño para fortalecer el sector agropecuario, motor del desarrollo sostenido y sustentable de nuestra Nación.
Un desarrollo en serio, que priorice la cultura del trabajo por sobre el asistencialismo clientelístico, que premie a la renta productiva y no a la renta financiera, que se centre en el interior y no en las megalópolis deficitarias.
Por ese modelo de desarrollo venimos luchando desde siempre, generándose el 11 de marzo un punto de inflexión que todavía no ha sido entendido en su más profundo sentido de transformación.
A partir de esa fecha, que ya forma parte de la historia del gremialismo agropecuario argentino, el ruralismo se oxigenó interrelacionando sus tradicionales banderas con las nuevas tecnologías que traían los jóvenes que hora a hora se sumaban a los piquetes de la libertad que se reproducían en todas las rutas argentinas.
Fue entonces cuando el movimiento rural confederado dio un salto cualitativo y cuantitativo hacia dentro y hacia fuera, comenzando una nueva etapa que no tiene vuelta atrás.
Sobre este aspecto permítanme compartir con ustedes algunos pensamientos. El primero de ellos está centrado en la necesidad de reverdecer en las sociedades rurales de base los principios carbapianos a los que me he referido. Para ello, desde CARBAP creemos que una herramienta fundamental será la proliferación de ateneos en cada una de ellas.
El recambio generacional no sólo debe ser entendido en su sentido etario, sino que debe acompañarse de la filosofía del movimiento rural confederado.
También son fundamentales en el indispensable paso del ruralismo a la ruralidad, es decir ruralismo más comunidad. Esta Mesa Ejecutiva considera que este paso está dentro de los “indispensables sanmartinianos” con los que comencé este discurso.
El siglo XXI será inexorable con aquellas rurales que no comprendan que el abrirse hacia la comunidad ya no es una opción, es un deber. Desde lo social, aplicar la responsabilidad social empresaria en forma genuina y generosa, así como generar lazos francos y duraderos con los más necesitados de nuestras localidades. Desde lo comunicacional, empezar a hablarle a los ciudadanos urbanos en sus mismos términos, logrando confianza y un relacionamiento más eficaz.
Desde lo político, el asunto es más complejo. Lo gremial y lo político tradicionalmente han sido vistos como contrapuestos en nuestro sector. El resultado quedó a la vista hace dos años. Tanto delegar la representación en la corporación de partidos dio como resultado perder toda representatividad productiva. Así, fuimos siempre los expoliados, en pos de una industrialización siempre declamada y nunca practicada.
Los nuevos tiempos nos exigen transformarnos mentalmente y saber que desde ahora nuestros diputados, senadores y concejales serán estrictamente acompañados, para colaborar con ellos, ofrecerles el asesoramiento necesario, ponernos a su disposición pero, a la vez, controlar su accionar para que no abandonen el sendero del ruralismo.
Lo que CARBAP hace a nivel del Congreso Nacional, las rurales de base deberían repetirlo en los concejos deliberantes. La esencia democrática de nuestra entidad nos lleva a pedirles que el cambio venga de abajo hacia arriba. Concejos deliberantes más proagropecuarios nos darán en el mediano plazo futuros diputados convencidos y no a convencer.
Con los agroconcejales las rurales de bases deberán trabajar en la coordinación de sus acciones para consensuar una visión y una misión compartida en sus aspectos centrales, como base de nuevas políticas públicas proactivas hacia el interior de nuestra república.
En lo puntual, Nuestra Confederación tiene por principio la eliminación de las retenciones a las exportaciones agropecuarias. Creemos firmemente en que las mismas deben ser eliminadas en su totalidad. Creemos que existen asimetrías, en la realidad, pero las mismas deben equipararse mediante la legislación impositiva, en especial el Impuesto a las Ganancias.
No es tiempo para dudar, o se pretende una reforma impositiva seria, para un País serio en donde todos los sectores paguen impuestos. Un País que deje de lado los intereses espurios a la hora de pagar tributos y los amiguismos sectoriales a la sombra del poder de turno, o de lo contrario siempre habrá argumentos para cortar el hilo por lo más delgado, aplicar tributos como las retenciones retrógrados e injustos al sector que fue siempre expoliado impositivamente.
No obstante, como la política es el arte de lo posible, aceptamos no con conformidad más bien con republicana resignación, que las mismas sean progresivamente eliminadas, tal cual lo consensuaron legislativamente.
Tampoco aceptamos los subsidios, que a la postre terminan en organismos distributivos sospechados ciertamente de corrupción. Tampoco creemos en compensaciones que como los productores sabemos nunca llegan o llegan disminuidas en su monto y fuera de término solamente para los amigos. Reclamamos y exigimos la intervención y disolución de la ONCCA como organismo de control comercial, organismo que actúa en la realidad fuera del control natural del Ministerio de Agricultura y exclusivamente a las órdenes de la Secretaría de Comercio.
Ustedes me dirán con razón que el peso que implica el cambio que les pido es demasiado. Tengan la seguridad de que la Mesa Ejecutiva será la primera en llevar adelante las acciones tendientes a convertir este sueño en una fructífera realidad.
A ustedes, ruralistas de Chacabuco, que nacieron como sociedad rural en una época de apogeo del movimiento, les pido el esfuerzo en tal sentido, conociendo la llama que los guía y la tenacidad de sus hombres.
Muchas gracias.
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