sábado, 14 de agosto de 2010
Discurso del presidente de CARBAP Alberto Frola en EXPOJUNIN 2010 -COM 1485-
Queridos amigos, es para mí un enorme placer acompañarlos en mi condición no sólo de presidente de CARBAP sino fundamentalmente de productor agropecuario que al igual que todos ustedes sufre los avatares de un clima y un gobierno adverso desde hace varios años.
Además, los tiempos marcan que esta tribuna sea la primera en mi condición de Presidente, lo agradezco.
Permítaseme también recordar, con cariño a esta Ciudad por ser la primera a la que concurrí siendo niño, juntamente con mi padre a comprar hacienda a la firma Reges Hnos y Crosetti ya desaparecida.
Sin embargo, a pesar de las adversidades por todos conocidas y que sería largo enumerar en esta tarde, debemos recordar que la Confederación de Asociaciones Rurales de Buenos Aires y La Pampa ha sobrevivido a males mayores, ha debido trabajar en la clandestinidad ante gobiernos autoritarios y se ha mantenido en estos setenta y ocho años imbuida en los principios que los padres fundadores le inculcaron en las horas primeras de su vida gremial.
Tales principios, que nunca debemos olvidar, son el de solidaridad, el de igualdad y el de libertad. Solidaridad manifestada a diario en la defensa de los productores más afectados por las erradas políticas económicas puestas en práctica en los últimos siete años; igualdad porque en CARBAP no creemos que haya que generar un debate sobre el tamaño de los productores, pues en tanto productores todos merecen nuestra atención.
Los intereses de CARBAP no tienen tamaño de producción, defienden la producción en su conjunto. Aceptamos la necesidad de ajustar asimetrías pero bajo ninguna circunstancia creemos que ser pequeño productor es bueno per se, sino que creemos que la igualdad de oportunidades debe servir para que el pequeño de hoy sea el mediano de mañana y el grande del futuro.
Cuando nuestro abuelos llegaron de los barcos lo más atractivo que les ofrecía este gran país era la posibilidad de movilidad social ascendente contrastada con la meseta europea que obligaba al hijo de zapatero ser zapatero y al hijo de labriego a ser labriego.
CARBAP defiende al pequeño productor porque quiere verlo progresar, no porque lo necesite como base de sustentación para legitimar una ideología que consideramos autoritaria y perimida.
Esto se entrelaza con el tercer principio carbapiano. Permítanme detenerme ahora en él, por considerarlo el más importante de nuestros principios: la libertad, que va más allá de la libertad de producción, de la libertad de comercio, de la libertad de precios; significa la libertad como premisa, como forma de vida.
En sus casi ochenta años de vida la entidad debió interactuar con gobiernos de todo signo político. Pasaron peronistas, radicales y militares, todos con la misma idea rectora de expoliar al campo de su legítima renta para financiar a otros sectores menos competitivos de la economía.
A todos ellos debimos explicarle la frase que nuestro fundador Nemesio de Olariaga inmortalizara en uno de los primeros congresos rurales y tiene aun hoy una vigencia plena: “Cuando el ruralismo apoya la gestión de un gobierno no es oficialista; ni cuando lo critica es oposición. Controla siempre”. Es así porque nuestro principal principio es la libertad, y no lo abandonaremos ante ninguna circunstancia.
La última vez que lo demostramos fue en el extenso conflicto de hace dos años que, no dudamos, constituyó un punto de inflexión en el gremialismo agropecuario. Cuándo y cómo concluirá la presente etapa del gremialismo agropecuario es imposible saberlo con certeza. Lo cierto es que el 11 de marzo de 2008 ha constituido una bisagra en la historia, cuya continuación depende en gran medida de nosotros mismos.
En tal sentido, deseo compartir con ustedes algunas reflexiones que considero deben guiar nuestro futuro mediato en el accionar gremial agropecuario para estar a la altura de los tiempos que nos tocaran recorrer juntos.
Durante muchos años se vio con cierto recelo a quienes conjugaban lo gremial con lo político, se menospreció el peso relativo del Congreso Nacional en la puja de poderes y se prefirió llevar adelante un gremialismo “tranqueras adentro” en la comodidad de lo ya conocido. Desde las rurales de base hasta la entidad nacional que nos confedera todos tuvimos nuestra parte de culpa.
Hoy, tras la batalla librada en las rutas y el ingreso en el poder legislativo de muchos de nuestros compañeros de lucha se hace imperante un cambio de cosmovisión. La responsabilidad de cada uno de nosotros pasa pues por dos vectores.
En primer lugar debemos fortalecer las rurales de base. Es necesario lograr una nueva orientación de los pobladores de nuestro campo, sacudir una apatía e indiferencia que parece crónica y que conspira contra nosotros mismos.
No queremos más sociedades rurales que existan por el solo hecho de existir. Entendemos que debemos subir juntos un escalón para pasar de ser entidades de fomento de la producción para convertirnos en asociaciones gremiales más complejas.
En tal sentido, la Comisión Directiva que presido se compromete a irradiar su acción y constituir un ejemplo saludable para las rurales de Buenos Aires y La Pampa. Propendemos que cada una de las entidades asociadas a CARBAP dejen de ser entidades rutinarias y se dediquen con ahínco a fortalecerse.
Recuerden que la convicción es contagiosa cuando se la tiene con franqueza. A partir de ahora sus palabras como líderes rurales deben encaminarse a sembrar el nuevo surco que con seguridad veremos crecer fuerte y sano si lo hacemos con convicción.
Un papel de importancia le cabe en este plan estratégico que estamos planteando a los jóvenes. Nuestra dirigencia debe ser intergeneracional y asegurar el recambio no sólo por una cuestión de edad sino porque las nuevas generaciones absorben de sus mayores los principios que enunciáramos al comenzar este discurso.
Para ello nos planteamos como meta que cada una de las rurales propicie la conformación de un ateneo embebido en la filosofía de CARBAP. Sabemos que la tarea no es sencilla, que nuestros jóvenes se van a estudiar a Buenos Aires cuando están en la edad que más los necesitamos.
El segundo vector está dado por el compromiso de la Confederación de llevar adelante el pasaje del ruralismo a la ruralidad, es decir, ruralismo más comunidad. La confluencia rural urbana nacida en las rutas argentinas al oponernos a un sistema autocrático de gestión de lo público encarnado por el matrimonio gobernante debe profundizarse para abandonar un estado de excepcionalidad y convertirse en nuestro faro.
Se debe entender claramente que los productores agropecuarios somos quienes proveemos de alimentos a nuestra comunidad y al mundo; y generamos fuentes de trabajo para el 36% de la población económicamente activa, como así también el 54 % de las divisas genuinas que en concepto de exportaciones recibe el País.
Yendo a lo particular, nuestra Confederación está en contra de las retenciones como herramienta de política tributaria. Reclamamos y exigimos la derogación de las retenciones a las exportaciones agropecuarias.
No aceptamos excusas para ello, si creemos que se hace imperioso una reforma del régimen tributario para compensar a las arcas del estado el tributo de las retenciones. Si esta reforma no se hace siempre habrá excusas para el mantenimiento de las mismas. Los impuestos en especial Ganancias deben abonarlos todos y cada uno de los habitantes y ciudadanos, sin excusas ni contemplaciones.
Si queremos un País de pocos productores, con gran concentración de riqueza, sin dudar apliquemos retenciones, ellas atentan contra los pequeños productores y las áreas marginales. No ayudan a controlar los precios internos ni defienden el federalismo. Los recursos son transferidos del interior a los grandes centros urbanos, provocan concentración de estos centros y de masa demográfica en busca de los que se les niega en sus lugares de origen.
Como amamos y defendemos la libertad, no podemos estar de acuerdo con los controles de precios, acuerdos sectoriales espurios, prohibiciones, cierre de exportaciones, registros habilitados como instrumento de presión (me refiero explícitamente a los ROE; acuerdos no sustentables para evitar incrementos de tarifas y precios. Estas políticas ya las sufrimos los Argentinos y somos consientes de las consecuencias de su inexorable fracaso.
Rechazamos los subsidios y las compensaciones.
Reclamamos enérgicamente del Parlamento, que de una buena vez decidan y resuelvan la situación de ese organismo vergonzante para la República que es la ONCCA. Su intervención y vuelta al origen de su creación es fundamental para comenzar a hablar de una Argentina en serio.
Es absurdo producir a costo pleno para luego tener que vender la producción a precio impuesto por el gobierno, habilitando e impulsando irresponsablemente el accionar de un funcionario como Guillermo Moreno, quien con su obsecuencia y su falta de sentido común, sumados a su perversa aptitud para manejar índices y estadísticas, ha puesto de relieve la incapacidad de esta administración para gobernar con el debido equilibrio para todos los Argentinos.
Necesitamos reglas claras, para la agricultura y ganadería y las economías regionales.
Es imposible recomponer los stocks ganaderos sin reglas claras para el futuro. Los productores ya sabemos de endeudamiento sin reglas claras al momento de pagar los créditos. Nadie nos asegura que al cuando llegue el saldo de los créditos para ganadería, nuestros productos sean regulados con precios que por obra de los funcionarios no reflejen la realidad.
Sé que todo lo que reclamamos parece demasiado, pero marzo de 2008 nos enseñó que terminó el tiempo de parar la pelota, la cancha y la tribuna para que otros jueguen el partido. Si logramos hacer confluir entre todos, bases y dirigentes, el nuevo horizonte que nos espera ansioso para que hagamos nacer el nuevo día verán que antes de lo que ustedes creen la esperanza se convertirá en realidad.
Sepan que en esta nueva Mesa Ejecutiva y Administrativa encontrarán siempre las puertas abiertas para intercambiar pareceres sobre los puntos aquí esbozados. Y como estamos en Junín, lugar histórico para el gremialismo agropecuario desde que en marzo de 1985 una multitudinaria asamblea de cuatro mil productores, presidida por el recordado Héctor Orbea, decidiera lanzar un camionetazo sobre la Plaza de Mayo, reclamando al gobierno definiciones y cambios en la política para el sector, no dudo que este mensaje se hará carne en cada uno de ustedes.
Muchas gracias.
Contactos de Prensa:
Alberto Frola (Presidente de CARBAP) 011- 15 4424 1669
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