jueves, 12 de marzo de 2009

Tras cuatro años sin respuestas -COM 1338-

Hoy se conmemora un año del inicio del conflicto entre el campo y el Gobierno, por esto desde la Confederación de Asociaciones Rurales de Buenos Aires y La Pampa entendemos que es un buen momento para sacar algunas conclusiones sobre el acontecimiento que marcó al país durante 365 días y aún lo sigue haciendo.

En primera instancia CARBAP se ve en la necesidad de aclarar que el conflicto con el Gobierno no comenzó el 12 de marzo del año pasado, sino cuatro años antes. Ya en el 2005 desde CARBAP manifestábamos nuestra preocupación por equivocadas medidas diseñadas para la ganadería (www.carbap.org- Comunicados de Prensa Nº 990, 993, 995 y otros) y en el año 2006 comenzábamos a realizar acciones gremiales concretas en contra de la manipulación del mercado de trigo y de la intervención en el mercado de carnes que ya afectaba a los productores ganaderos especialmente a su eslabón más vulnerable, la cría.

Las retenciones a las exportaciones de productos primarios, que en un principio habían sido implementadas como un impuesto extraordinario en el contexto de crisis post 2001, lejos de reducirse frente al crecimiento del país, o siquiera mantenerse en un nivel que no afectase la productividad y rentabilidad del sector, fueron aumentando gradualmente. El impuesto que no reconocía diferencias entre un gran productor de la zona núcleo de la pampa húmeda y un chacarero del sudoeste bonaerense, implicó un gran perjuicio para las economías de pequeña y mediana escala, así como también para aquellas estructuras de mayor escala que redujeron costos drásticamente frenando las economías del interior.

La resolución 125 se instauró como una bisagra y fue para muchos la gota que rebalsó el vaso. El Gobierno intentó imponer un instrumento basándose en perspectivas de corto plazo que indicaban precios crecientes en commodities como la soja. La resolución 125 tenía fecha de vencimiento, y esa era noviembre de 2008, lo que significa que en la práctica la movilidad del impuesto sólo hubiese sido ascendente y no hubiera implicado para los productores otra cosa que haber pagado retenciones superiores al 60%.

Tras ello, el conflicto se desató con fuerza en el mes de marzo, y la historia es conocida por todos: cortes de ruta en todo el país, manifestaciones a la vera de las rutas, actos multitudinarios en Rosario y en Capital Federal, etc. Estas manifestaciones fueron la respuesta a años de políticas agropecuarias erradas e insuficientes y el resultado del rechazo a la irresponsabilidad que mostraron referentes del Gobierno que buscaron el beneficio de su proyecto político a través de la confrontación y la división del país.

Hoy la realidad del país, y de la producción, es otra. Los precios internacionales han caído estrepitosamente, los efectos de la intervención viciosa del Gobierno se evidencian en todas las actividades del campo y además, la histórica sequía azotó la producción del interior. Sin embargo, hay acciones que no se han modificado; los agravios públicos hacia los productores están a la orden del día en los discursos de los funcionarios, continúan los rasgos esquizofrénicos de un gobierno que se muestra propenso al dialogo pero boicotea los acuerdos alcanzados con la intervención informal de funcionarios cuestionados y prosigue la manipulación de la información que continúa siendo utilizada para confundir a la opinión pública.

El país atraviesa estos días por momentos sumamente difíciles, ya no hay espacio para la mezquindad y la visión cortoplacista que atenta contra la sustentabilidad económica de la nación. El Gobierno prosigue con sus permanentes contradicciones, alentando a vender productos en el exterior cuando al mismo tiempo se impide con normativas y registros la exportación de los productos que más requiere el mundo de la Argentina. No alcanza con “adoctrinar “a un grupo de diplomáticos sino de propiciar con conductas serias credibilidad en nuestros compradores. Decía Mariano Moreno “Hay verdades tan evidentes que se injuria a la razón con querer demostrarlas. Tal es la proposición de que conviene al país la importación franca de efectos que no produce ni tiene, y la exportación de los frutos que abundan hasta perderse por falta de salida”. Esta verdad de Perogrullo de hace 200 años parece que hoy no esta vigente en la Argentina. Se volvió a desaprovechar la oportunidad en medio de una bonanza mundial con innecesarias restricciones. El efecto jazz llegó al país convertido en efecto tango, con toda la verdad y la melancolía de poder haber sido y no ser.

La opción entre producción viable y Estado virtuoso es falsa. Entendemos que la capacidad de recaudar del Estado debe aumentar de la mano de la producción y nunca a costa de ella, es por esto que los esfuerzos de un Gobierno serio deben estar abocados, hoy más que nunca, al impulso de la producción y la economía en su conjunto, y no solamente al afán recaudatorio.

Desde la Confederación de Asociaciones Rurales de Buenos Aires y La Pampa al igual que la presidente Cristina Kirchner sentimos frustración. Parece que el modelo que tanto pregona el gobierno hace que muchos argentinos y argentinas que trabajamos por el país nos sintamos frustrados. Pero mucho mas grave es que muchos argentinos y argentinas se sientan indignados por no tener un plato de comida caliente tras tanto anuncio de distribución equitativa de la riqueza y con tantos años de recaudación a costa del campo. Muchos productores hoy también se sienten frustrados, por haber votado a una presidente que se comprometió a buscar el dialogo, institucionalizar el país y terminar con la injusticia social, la cual agrava con sus políticas.

Se equivoca la presidente ya que tenemos equilibrio en la mirada, porque forjamos nuestras comunidades del interior bonaerense y pampeano, porque sentimos la indiferencia de funcionarios por la lejanía a la capital y presentimos los erróneos juicios de valor sobre nuestra actividad de muchos ímprobos funcionarios que rara vez han salido del asfalto.

A un año del inicio de un inexplicable conflicto hacemos votos para que el Gobierno nacional recapacite y se disponga a regenerar el tejido productivo destruido con tantas políticas inapropiadas. Todavía estamos a tiempo.

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