jueves, 11 de diciembre de 2008

CARBAP presentó el documento "El Campo y la Republica" - COM 1306


La Confederación de Asociaciones Rurales de Buenos Aires y La Pampa presentó hoy, en conferencia de prensa, el documento “El Campo y la Republica, hacia el bicentenario” , el cual contó con la presencia del titular de CRA Mario Llambías, el presidente de CARBAP Pedro Apaolaza y el vicepresidente de la entidad Alberto Frola. También se informó sobre la presentación de tres proyectos de ley acerca de la modificación de naturaleza y funciones de la ONCCA.



Documento

EL CAMPO y la REPUBLICA
hacia el bicentenario (2010-2016)

Cuando los dirigentes agropecuarios hablan del campo, los califican de sectoriales y egoístas, y cuando hablan del país, los descalifican por politizados. Todos los argentinos debemos opinar sobre el país; ese es nuestro compromiso ciudadano.
La destrucción de las instituciones es la triste realidad del presente. La calidad de vida de los argentinos esta fuertemente vinculada a la salud de las instituciones de la Constitución, cuyo mal funcionamiento produce un alto costo social.
La Justicia ha perdido prestigio, calidad intelectual, eficacia. Se la manosea, se echan y ponen jueces a través de un Consejo de la Magistratura desnaturalizado, manipulado por políticos afines al Gobierno. En soledad la Corte Suprema trata de mantener su independencia.
El Congreso Nacional, órgano republicano por excelencia, ha perdido independencia, al existir una mayoría absoluta oficialista que obedece en forma automática las instrucciones o deseos del Ejecutivo; ha perdido representatividad, al reconocerle al Partido Político y no a los electores ni al propio legislador, la titularidad de la banca y la libertad de criterio para ejercerla; y ha perdido federalismo, pues los Diputados siguen a su jefe político y los Senadores, que han desvirtuado su esencia, no responden al interés de sus Provincias sino que se han convertido en una segunda cámara sin una auténtica representación provincial.
Las agremiaciones de todo tipo, laborales, empresariales, económicas y aún las puramente sociales, son amedrentadas o silenciadas a través de amenazas u ofertas a sus dirigentes.
El Gobierno se ha convertido en una corporación minoritaria, al servicio de sus propios intereses que busca satisfacer a costa de los del País.
En tan destructivo proceso, el Gobierno ha dejado de ser el coordinador de los intereses sociales, el prestador de los servicios esenciales y el escenario para proponer (no imponer) políticas estables.
Se declama con un discurso que confunde intencional y falsamente, la redistribución del ingreso, con el desaliento a quienes producen; manteniendo en cautiverio a quienes no tienen nada y sometiendo a las Provincias a la obsecuencia y el atraso.
La sociedad, frente a tal abandono de la autoridad moral por parte del Gobierno y la desarticulación sistemática de las instituciones, le ha perdido el respeto a la ley, a los derechos y garantías constitucionales, al orden social, teniendo como primer ejemplo de tal violación a los propios gobernantes y funcionarios.
El trabajo y el esfuerzo han dejado de ser un valor, sustituyéndose la dedicación, capacitación y constancia, por la mera búsqueda de resultados inmediatos.
El atropello sustituyó al respeto por los demás, y a la auténtica solidaridad, que no consiste en ayudar ante una catástrofe o desgracia, sino en colaborar cada ciudadano, cada día, con sus actos y conducta individual, a que aquellas situaciones no se produzcan.
La soberbia, casi indefectiblemente acompañada de mediocridad, se ha impuesto como la actitud de todo aquel que tiene o cree tener algo de poder.
La democracia para ser estable necesita del funcionamiento pleno de sus instituciones con una economía sana y con una justa distribución de los bienes. La educación, la producción y el desarrollo local son eslabones estratégicos de una cadena que promueve la cultura de la laboriosidad, de la que el campo siempre ha dado destacado ejemplo.

Vivimos un proceso de tal gravedad, que de continuar, puede seguir empeorando en ininterrumpida decadencia, o terminar otra vez en una crisis caótica.
Sólo un retorno a nuestras bases culturales, aquellas que hicieron que nuestra Patria se constituyera, consolidara y desarrollara; sin que se trate de un trasnochado regreso a tiempos idos, sino de una recuperación de los fundamentos éticos y legitimas aspiraciones, puede revertir nuestra actual caída libre.
Para ello, la ciudadanía debe regenerar por si misma el tejido social, sus vínculos genuinos, sus alianzas legitimas, su protagonismo en todos los niveles mas allá del individualismo y de la actividad particular. Los productores agropecuarios somos ciudadanos responsables que construimos la Nación en nuestras comunidades, porque además de exigir nuestros derechos, cumplimos nuestros deberes. El compromiso comunitario, social, político, tendrá que convertirse en parte vital de la formación y el accionar de todos.
LA REPUBLICA asentada en un verdadero federalismo con plena independencia de sus poderes y con la fortaleza que el funcionamiento pleno de sus instituciones puede dar, esta por nacer.
¡Vamos argentinos! Comencemos ya la tarea de reconstrucción, para que pronto podamos decir ¡Vamos Argentina! sintiéndola bien propia, no solo por nuestro inalterable amor por ella, sino por la emoción de contribuir todos los días a hacerla.


CARBAP
Miércoles, 10 de Diciembre de 2008

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