Luego del fracaso de sus artilugios anteriores, con la finalidad de confundir a la ciudadanía, en pos de un triunfo electoral que le es esquivo, la República se conmueve con los dichos desestabilizadores de Néstor Kirchner.
Expresar que un resultado adverso en las urnas desestabilizaría el gobierno de su esposa e impediría su gobierno, es promover un ámbito de miedo que crea un espíritu contrario a la democracia y que conspira contra los más puros principios republicanos.
En resumen, atenta contra su propio gobierno, subestima a la ciudadanía, deja de lado principios elementales de convivencia y diálogo y hace anuncios agoreros lamentablemente ya probados en nuestro país, por suerte sin resultado positivo.
El resultado de la elección podrá consolidar el proyecto de gobierno o propiciar la corrección de ciertos desvíos que la ciudadanía considere conveniente corregir, pero de ningún modo llevará a la Argentina al caos o a una situación similar a la del 2001. Promoviendo esa disyuntiva se subestima a la ciudadanía argentina. Quien menciona que frente a un resultado legislativo adverso “esto explota”, es porque debe tener la clara intención de que eso ocurra.
La situación de pobreza y desocupación en que se ve sumido nuestro país y nuestra provincia, luego de importantes años de bonanza económica, deja en evidencia cuales han sido las prioridades.
El mensaje de que luego del 28 de junio si no gana el Gobierno se avizora el caos, busca atemorizar a la población con el único objetivo de someterla al devenir del pensamiento único que, hasta ahora, en lo único que ha sido certero, es en obtener los resultados contrarios a los que pregona.
Expresar que un resultado adverso en las urnas desestabilizaría el gobierno de su esposa e impediría su gobierno, es promover un ámbito de miedo que crea un espíritu contrario a la democracia y que conspira contra los más puros principios republicanos.
En resumen, atenta contra su propio gobierno, subestima a la ciudadanía, deja de lado principios elementales de convivencia y diálogo y hace anuncios agoreros lamentablemente ya probados en nuestro país, por suerte sin resultado positivo.
El resultado de la elección podrá consolidar el proyecto de gobierno o propiciar la corrección de ciertos desvíos que la ciudadanía considere conveniente corregir, pero de ningún modo llevará a la Argentina al caos o a una situación similar a la del 2001. Promoviendo esa disyuntiva se subestima a la ciudadanía argentina. Quien menciona que frente a un resultado legislativo adverso “esto explota”, es porque debe tener la clara intención de que eso ocurra.
La situación de pobreza y desocupación en que se ve sumido nuestro país y nuestra provincia, luego de importantes años de bonanza económica, deja en evidencia cuales han sido las prioridades.
El mensaje de que luego del 28 de junio si no gana el Gobierno se avizora el caos, busca atemorizar a la población con el único objetivo de someterla al devenir del pensamiento único que, hasta ahora, en lo único que ha sido certero, es en obtener los resultados contrarios a los que pregona.
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